Una emoción equivoca, un sentido ambivalente, casi en una desnudez del alma. Indefensos, desprotegidos y solitarios, vulnerables ante lo desconocido. Entonces nos vestimos para alejar…
Con miedo al contacto con el otro, el mas allá de nuestro cuerpo se ve casi como el enemigo, el sin sentido del tocar como lo prohibido nos encerró. El presente nos obligo a buscar otras pieles con que cubrirnos…
Nos tapamos, aislamos, ocultamos bajo pieles de todo tipo, solo para encontrarnos con nosotros mismos y sin saber a que nos enfrentamos…
Nos llenamos de todo lo que tuvimos a nuestro alcance tratando de tapar los huecos que dejaron las pérdidas…
Pero si no puede haber acción, el abrazo en qué lugar queda?